Trabaja con demasiada gente. No se entiende porque usa drones. No es del
"riñon" del club. No tiene gran historia como técnico. Viene de otro
"palo" como el hockey.
Todos los comentarios descalificadores y repletos de prejuicios,
propios del insólito conservadurismo que aún reina en el mundo del
fútbol, cayeron sobre Ariel Holan cuando el entrenador comenzó a
trabajar en Independiente. La hipocresía que determinan los resultados,
mutó de las críticas iniciales a elogios empalagosos, pero como en la
leyenda de la rana y el escorpión, la naturaleza de algunos ya los había
hecho "pisar el palito".
La realidad, es que Holan es un líder
que trabaja con su grupo, con su método, su dinámica y sus formas. Que
hasta el momento gana más de lo que pierde y cuya valoración debería
esperar un tiempo prudencial para establecer conclusiones. Algo difícil,
sino imposible, en la ruleta rusa de cada fin de semana en la que se
transformó el fútbol argentino.
Con
independencia de plazos y evaluaciones, es innegable su influencia en
el ánimo del hincha del "rojo" y desde un aire renovado, fresco y
optimista, la vida del equipo de Avellaneda cambió radicalmente en tan
solo un cuatrimestre. El técnico tomo el timón de un barco que hace
tiempo parecía a la deriva y con decisiones que impactaron en el grupo,
el juego y los resultados encontró respuestas positivas casi inmediatas.
Achicó
el plantel, depurándolo de nombres que según su visión habían cumplido
su ciclo, tales los casos de Cristian Rodríguez, Pellerano, Cuesta,
Denis, Ortiz y Vera. Recuperó a otros con la confianza minada y
resistidos por la gente como Martín Benítez, Sánchez Miño, Rigoni o
Diego Rodríguez. Catapultó al equipo titular a jóvenes como Bustos y
Franco para dotar al equipo de vitalidad y sangre nueva. Encontró
humildad y generosidad en nombres con trayectoria como Ervitti y
Gigliotti, y le otorgó el liderazgo desde la capitanía y reubicándolo en
la zaga central a Nicolás Tagliafico,
En
algo más de una decena de partidos, el "rojo" sigue invicto, pero lo
más resaltable es ver como el sentimiento de pertenencia que tiene a la
identidad como eje central volvió a instalarse entre la gente.
Frente
a este panorama, la visita al líder parece una bolilla difícil de
aprobar ante la mesa examinadora. Fente a un Boca urgido, con un estadio
que será una olla a presión irrespirable, la prueba para Independiente
parece apuntar más a su temple que a su juego, aunque apartarse de sus
postulados futbolísticos sería traicionarse en su estilo.
Con su
estilo directo y vertical por las bandas, pero que también simpatiza con
la cesión de espacios para salir de contraataque si es conveniente, es
posible imaginar que partido va a jugar el "rojo". Lo impensado es su
respuesta anímica, su personalidad ante el desafío tratándose de un
equipo en pleno proceso de construcción.
El domingo tendremos la
respuesta, y algunos humores y posiciones del campeonato tal vez tengan
algún cimbronazo. Eso sí, Holan seguirá siendo el mismo técnico. Aquél
que sigue luchando contra los prejuicios y que cree en sus convicciones,
más allá de los resultados de turno, y de los drones.
Diario La Nación
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