Hubo paz en Independiente.
Noventa minutos del odio al amor, o mejor dicho a la tregua. Porque los
hinchas le hicieron sentir al plantel la decepción que sentían después
de la vergüenza que pasó el Rojo en el clásico de una semana atrás ante
Racing. Por eso esperaron en el Puente Pueyrredón a que pasara el micro y
le arrojaron huevos y regalaron insultos de todos los colores en su
ingreso al estadio.
Dentro de la cancha un hervidero. Desde las tribunas todas las banderas dadas vuelta y silbidos cuando por altoparlante se escuchaban las formaciones. Quienes se llevaron la peor parte fueron Jorge Ortiz y Juan Sánchez Miño. Aplausos para Martín Campaña, Barco y un canto en apoyo rotundo hacia el trabajo de Gabriel Milito. "Milito no se toca" fue el grito de guerra y de inmediato fijaron posición: "Jugadores / la c... de su madre / a ver si ponen huevos / que no juegan con nadie".
Más allá que se respetó el minuto de silencio en homenaje a las víctimas del accidente aéreo del plantel de Chapecoense, ni bien terminó el mismo los cantos hirientes continuaron: "La camiseta del Rojo / se tiene que transpirar / Y si no, no se la pongan / vayanse no roben más".
El primer tiempo, sin ideas conspiró, con la bronca. También en el complemento hubo silbidos para la salida de Ortiz y de Sánchez Miño quienes corrieron derecho al banco sin gesticular.
El gol de Vera se gritó con ganas. Fue un desahogo para todos los hinchas menos para los jugadores. El uruguayo no festejó y sólo recibió el abrazo del plantel. Hubo paz en el Rojo, que no es poco.
Dentro de la cancha un hervidero. Desde las tribunas todas las banderas dadas vuelta y silbidos cuando por altoparlante se escuchaban las formaciones. Quienes se llevaron la peor parte fueron Jorge Ortiz y Juan Sánchez Miño. Aplausos para Martín Campaña, Barco y un canto en apoyo rotundo hacia el trabajo de Gabriel Milito. "Milito no se toca" fue el grito de guerra y de inmediato fijaron posición: "Jugadores / la c... de su madre / a ver si ponen huevos / que no juegan con nadie".
Más allá que se respetó el minuto de silencio en homenaje a las víctimas del accidente aéreo del plantel de Chapecoense, ni bien terminó el mismo los cantos hirientes continuaron: "La camiseta del Rojo / se tiene que transpirar / Y si no, no se la pongan / vayanse no roben más".
El primer tiempo, sin ideas conspiró, con la bronca. También en el complemento hubo silbidos para la salida de Ortiz y de Sánchez Miño quienes corrieron derecho al banco sin gesticular.
El gol de Vera se gritó con ganas. Fue un desahogo para todos los hinchas menos para los jugadores. El uruguayo no festejó y sólo recibió el abrazo del plantel. Hubo paz en el Rojo, que no es poco.
Diario Popular
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