Blog del programa Sangre Roja que se emite todos los miércoles a las 21 hs por AM 1470 Radio Cadena
Sangre Roja
Alberto Eirin, Fabio Candelabro, Daniel Martinez y Litto Giovetti
sábado, 26 de mayo de 2018
"El Ruso" Rodríguez, desde Japón: "Extraño los asados, pero no el quilombo del fútbol argentino" Por Daniel Avelleneda
El ex arquero de Independiente y Rosario Central juega en Japón, donde
"es todo muy lindo y demasiado ordenado", como le cuenta a Clarín.
"Necesitaba el cambio de aire porque tuve momentos bastante hostiles",
dice sobre el fútbol local.
Su
voz rebota a través del teléfono con el inconfundible eco de que habita
un espacio vacío. Hay un murmullo lejano que se mezcla en la charla.
Entonces Diego Rodríguez se siente en la obligación de explicar la
coyuntura. “Estamos terminando de desayunar. Acá llegamos a las 8, más
allá de que el entrenamiento empieza a las 10. Es una costumbre que
estableció el profe Flavio Pérez. Tenemos frutos secos,
tostadas, frutas... Toda comida nuestra, sana. Al principio, la
modalidad me parecía rara porque el tiempo que pasa desde que venimos al
club hasta la hora de comenzar con la práctica es muy extenso. Pero ya
me acostumbré, de la misma manera que a vivir en Japón”, le cuenta el Ruso a Clarín. Se lo escucha feliz a la distancia, despojado de los fantasmas que lo persiguieron en Independiente,
el club en el que se crió futbolísticamente, el que quiere con un
indisimulable sentimiento de pertenencia. Rosario Central también quedó
atrás y su desafío desde diciembre es JEF United, un equipo de la Segunda División nipona.
Diego Rodríguez, con Daniela, su novia, afuera de un templo japonés.
“Es
un club que aspira a volver a Primera. Descendió hace 7 años, pero está
muy organizado, casi a nivel de un club muy grande de Argentina. Muy
pocas instituciones en nuestro país tienen estas comodidades. Y te
acostumbrás a jugar con otro tipo de presión, porque acá la gente te pide fotos o autógrafos ganes o pierdas. Es otra cosa”, dice desde Ichihara, una ciudad ubicada en la prefectura de Chiba, a 30 kilómetros de Tokio. -La J-League tuvo un boom a
principios de los noventa, pero después decreció en su desarrollo. Hoy
está de moda el mercado chino en Oriente. ¿Por qué elegiste Japón? -Primero,
porque conocía al cuerpo técnico de Juan Esnaider. Y cuando me
llamaron, vi esta posibilidad con buenos ojos. Me interioricé sobre el
club y sobre el país, y hablé con (Joaquín) Larrivey, que está hace
tiempo acá. También con un profe que había trabajado con Carlos
Mayor. Empecé a navegar en Google y cuando supe que me quedaba cerca de
Tokio, no lo dudé. Acá es todo muy lindo y demasiado ordenado. Estoy
muy a gusto en esta ciudad.
Diego Rodríguez, comiendo con palitos en Japón.
-¿Qué fue lo que más te llamó la atención? -Makuhari
es el barrio en el que vivo con Daniela, mi novia. Es una especie de
Puerto Madero. Está al lado de un dique, todo ordenado y limpio, y no
pasan muchos autos. Pero si el semáforo está en verde, por más que no
venga ningún auto a tres cuadras, los peatones esperan la señal de
tránsito para cruzar. El primer día quise cruzar por el medio de la
calle y me miraban raro. Debían estar pensando: “¿Qué está haciendo este loco? Está jugando con su vida”.
Acá los carriles van al revés y la derecha es la vía rápida. Si te
chocan, el equivocado sos vos. Y otra cosa que me sorprendió fue el
tamaño de los departamentos. Son mucho más chicos que allá. Te
acostumbrás a otros espacios. No se usan las casas, están más alejadas y
tampoco son de las dimensiones a las que estamos acostumbrados en
Argentina. No pasan de los 60 o 70 metros cuadrados. Son ambientes
chicos. Te parece raro. -¿Qué puede hacer un argentino en Ichihara? -Hay
de todo para hacer. Cada vez que tengo un día libre, me encanta subirme
al tren y conocer. Acá el entretenimiento es variado. Todos los
deportes son un show: el béisbol, el básquetbol... Hay dos parques de
diversiones y uno de ellos es el Tokio Disney. No me aburro nunca.
Diego Rodríguez, con su pareja en Tokio Disney.
-¿Cómo te arreglás con el idioma? -Es
difícil el idioma y muy poca gente habla inglés. En los restaurantes,
por lo general, hay un menú con la carta en japonés y otra en inglés.
Pero la mayoría usa fotos de las comidas. Con mi novia nos preguntamos: “¿Será picante o no?”. La próxima vez nos enteraremos, ja,ja. La comida es algo a lo que le tenía un poco de miedo, pero ya me adapté. -¿Cómo es jugar en la liga japonesa? -Quedé
asombrado por su técnica. Son muy buenos con la pelota en los pies. Y
tienen una moral enorme. Los japoneses patean desde cualquier lado. Uno
ve los goles de la fecha y te sorprendés. Hacen cada golazo que no lo
podés creer. Pero son muy inocentes y no tienen esa maldad del argentino
que va a chocar, a trabar o hace tiempo. Cuando te empapás de su
cultura, te das cuenta de que en la cancha son de la misma manera que
fuera de ella.
Diego Rodríguez, con el mate, compañero a la distancia.
-¿Se te hizo más fácil la adaptación con Larrivey al lado? -Joaquín
me ayudó desde el primer momento. Venimos juntos a entrenarnos y
aprovechamos para hablar todo el día. Sabemos más uno de otro que
nuestras familias, ja, ja. El mate es infaltable. A cada persona que
viene de Argentina, casi que la obligo a que me traiga yerba. Se tienen
subir al avión con 5 o 6 kilos en la valija. Con el asado es diferente:
acá hay parrillas brasileñas, estilo rodizio. Rodríguez tiene 28
años y nació en Mar del Plata. El 16 de junio de 2011, Antonio Mohamed
lo hizo debutar bajo los tres palos de Independiente. Sin embargo, le
costó afirmarse en el puesto. Recién volvió a ser titular nueve meses
después, en una inolvidable victoria por 5 a 4 en la Bombonera. Agarró
el arco en el peor momento y los hinchas, más allá de su amor por la
camiseta, le hicieron bullying por algunos bloopers. Sufrió mucho el Ruso. Y no lo oculta en la charla con Clarín.
Diego Rodríguez, en un despeje para Rosario Central.Foro: Fotoreporter
-¿Por qué te fuiste de Central cuando habías firmado un contrato por tres años? -Tenía
contrato, es cierto, pero necesitaba salir del ambiente. Quería conocer
otra cultura y cómo se vive este deporte en otros lados. Tuve momentos
bastante hostiles en el fútbol argentino y necesitaba el cambio de aire
para renovar las ganas y las expectativas. Hay un momento en el que
tanto exitismo y mensaje dañino hacia la persona te termina lastimando.
Le pasó a muchos jugadores. Y ese fue el factor principal para que
decidiera irme. -¿Sufriste el hostigamiento de la gente? En algún momento, llegaron a circular memes tuyos, como le pasa a Gonzalo Higuaín. -Son
cosas que uno intenta esquivar y evadir para no leerlas y para que no
te haga mal, pero a la larga influye. Cuando pasaba lo de Higuaín y lo
veía, lo escuchaba hablar, vía redes sociales, y estaba muy de acuerdo
con todo lo que decía. Le hace mal al jugador, lo sufrís. Hay algunos
que tienen un ingenio bárbaro y te hacen reír. No te voy a mentir:
algunos me causaron gracia. Pero cuando se meten con tu persona, este
medio es difícil. -¿Cómo manejabas la frustración? ¿Tuviste que asistir a terapia? -Sí,
igualmente siempre intenté hacer terapia por la presión por la que se
convive en el fútbol. Era uno de los temas a tratar en la sesión: ¿cómo
estamos expuestos los futbolistas?. Pero lo hacía mucho tiempo antes de
lo mediático. Cuando llegué a Rosario, arranqué por otro lado.
El marplatense Diego "Ruso" Rodriguez, durante la visita al club Once Unidos de su ciudad natal.Foto: Mai Failla
-¿Creés
que los hinchas de Independiente fueron injustos con vos? Le pusiste el
pecho a las balas en la B Nacional, fuiste el arquero récord del club y
por algunos errores te condenaron públicamente. -Estoy
eternamente agradecido a Independiente, por lo que me formó como jugador
y como persona. En un momento en el que el equipo no respondía, los
hinchas tenían que caerle a alguien y yo era el que más tiempo estaba
jugando. Era uno de los capitanes y todo cayó sobre mí. Pero nunca voy a
estar enojado con el club. Es más, ahora juega la Suruga Bank acá. Y si
me dan los horarios, voy a ir a alentar a la tribuna. Osaka está lejos
de Tokio, pero mi intención es cruzarme a la gente que trabaja en el
club, los médicos, los utileros. Tengo una gran relación con todos. No
me fui peleado con nadie y sigo siempre en contacto. -¿Seguís a Independiente a la distancia? -Sí,
sigo siempre a Independiente y a Central, que fue un club que me abrió
las puertas y me trató como si fuera de la casa, a pesar de que recién
había llegado. Estaba de vacaciones en México y las corté para ver el
partido del Rojo con Flamengo por la Copa Sudamericana. A mi novia le dije: "Hacemos lo que quieras, pero tenemos que ver la final”.
Justo había otros hinchas de Independiente y la pasamos muy bien.
Intento seguirlo acá, pero está difícil por los cambios horarios. El
resultado siempre me lo entero al otro día.
Diego Rodríguez, con la camiseta de arquero de Independiente.Foto: DYN
-¿Y cómo te trataron esos hinchas? -Muy
bien. En la cancha siempre me pasó de recibir algún que otro insulto,
pero en el cara a cara, tanto en Buenos Aires como en Rosario, la verdad
es que siempre me trataron de primera, con respeto y con
reconocimiento. -¿Qué pasó con los arqueros de
Independiente que terminó atajando Campaña? Fue una gran fábrica. En un
momento, estaban vos, Adrián Gabbarini, Fabián Assmann... -Optaron
por ir a buscar a Martín y está demostrando el gran arquero que es. Hoy
es uno de los mejores en el fútbol argentino. También está (Gonzalo)
Rehak, que promete un montón. Yo siempre dije que para mí debería ser el
arquero de Independiente por 10 años. No conozco a los chicos que
vienen detrás. Cuando estábamos nosotros tres e Hilario Navarro, nunca
hubo alguno que se haya sentido titular. Era bueno tener el recambio,
pero lo malo es que nadie se afirmaba en el puesto.
Hernan Pellerano, Diego Rodríguez y Víctor Cuesta festejan un gol de Independiente en 2015.Foto: Reuters
-¿Volverías a Independiente? -Tal
vez sí, pero no sé si me van a querer. No depende de mí: el pase es
mitad de Central y mitad de Independiente. El sentimiento por el club es
una cosa y el trato que recibí antes de irme es otro completamente
distinto. Algunas formas no me gustaron. Creía que podían haber cerrado
mi ciclo de otra manera. La verdad es que me gustaría quedarme un par de
años acá en Japón, porque extraño los asados, pero no el quilombo del
fútbol argentino.
Diego Rodríguez, en la Fiesta del Deporte de Clarín, en 2015.Foto: Pedro Lázaro Fernández
Pepé Santoro, su "padre adoptivo"
Hay
cuatro jugadores latinos en el Jef United: Rodríguez, Larrivey, el
brasileño Hebert y el paraguayo Jorge Salinas. Y el técnico es Juan
Esnaider, ex Ferro y Real Madrid. El Ruso vive con su novia, la periodista Daniela Katz. Y entre todos armaron una gran comunidad
en Ichihara. Extraña a la familia, claro, pero también a otro ícono de
Independiente. De Miguel Santoro se trata. El legendario Pepé. “Es como un padre adoptivo para mí. En el fútbol, es la persona que mejor me trató.
Desde que llegué a Independiente, a los 14 años, cuando las cosas
salían bien o mal, siempre se acercaba y hablábamos. Me daba consejos”,
recuerda con alegría. -Fuiste arquero de la Selección Sub 20, ¿te quedaste a mitad de camino? -No
sé, no me lo puse a pensar. Intenté disfrutar los momentos que tuve.
Aguanté las críticas en las malas, pero no me arrepiento de nada. Soy
feliz con mi carrera.
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