Se ganó como sea. Si antes del partido con River le decías a cualquier
hincha que firmara una victoria de este tipo, en medio del hostil
contexto que ambientó ayer al Libertadores, y después de perder un
clásico tácitamente casi obligado, lo hacía sin ni siquiera pensarlo.
Pero ojo: tampoco hay que escupir para arriba.
Quedarse solamente con el análisis simplista de que Independiente le
ganó a un rival que nos tiene de hijos -porque es así- y lucir
refulgentes hasta el próximo domingo no esconderá la defraudante
actuación futbolística del equipo. Milito pateó el tablero, oyó las
miles de críticas que le pedían que cambiara el esquema y dispuso un
4-4-2 que sólo se limitó a tirarle centros a su doble nueve y a apostar
por las jugadas de contragolpe. Las salidas desde el arco, que
comúnmente ponderaban la posesión por abajo, se sustituyeron por los
interminables pelotazos de Figal al campo contrario y así pasó el
tiempo. Todo ese uso de lo ancho del terreno y el juego de posesión
desapareció para darle lugar a un conjunto corto, que luchó por la
segunda jugada luego de que la aguantara o peinara Vera. El
argumento de que "el proyecto necesita tiempo" se cambió por el "salgan y
ganen como puedan", un manotazo de ahogado que contradijo a los ideales
del entrenador. Siempre es preferible respaldar un
camino que uno crea sólido y darle tiempo y rodaje para generar una
identidad, que era lo que se venía haciendo, por más que los intérpretes
fueran los inadecuados. Claro que, esta vez, la presión por obtener los
tres puntos era muy fuerte como para priorizar el modo de juego que se
pregonaba anteriormente. Golpe de suerte para Milito: el resultado lo favoreció. Pero, de nuevo, ojo: tampoco hay que escupir para arriba.
Dentro de las individualidades, los que se destacaron fueron los
pocos regulares de siempre: Campaña, oficiando de redentor una vez más;
Vera, que ayer pudo plasmar todo su recurrente esfuerzo en un gol;
Tagliafico, gracias a su constante e indiscutible entrega; Meza tuvo un
buen ingreso, dándole aire a la ofensiva cuando más lo necesitaba; y la
sorpresiva aparición de Fabricio Bustos, un chico de la Reserva que jugó
con hambre y fue de lo más destacado de Independiente. En la
promoción de los juveniles del club y las dos "incorporaciones de
jerarquía" que saldrán a buscar en el próximo mercado, según Pablo
Moyano, tiene que estar el recambio de cara al próximo semestre.
La gente y su "Milito no se toca" ya le dejaron en claro su deseo a
los jugadores (y a los dirigentes). Por lo pronto, habrá que tratar de
cosechar la mayor cantidad de puntos posibles ante Colón y Banfield, y
rearmar el equipo desde sus bases en la pretemporada: darle un sentido y
una identidad al proyecto, establecer el esquema y su desarrollo, y no
interrumpirlo. El balance no arrojará buenos números desde lo
estadístico, pero sí producciones futbolísticas que dieron qué hablar y
que tuvieron su pico en partidos como contra San Lorenzo, Rosario
Central o en la serie ante Lanús. En sostener un paradigma estará la
clave para resurgir, y qué mejor que hacerlo de la mano de alguien de la
casa.
@rfailache
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