Como en casa
Hugo Moyano está en la sede de Independiente para dar comienzo a una
nueva asamblea. Y pese a que pocas veces asistió a la misma en lo que va
de su mandato, Hugo se siente como en su casa. Casi nadie lo critica,
casi nadie lo cuestiona, casi nadie le recrimina
la falta de logros deportivos en sus dos años de gestión. Sin duda,
está muy tranquilo.
Para entender al Hugo Moyano presidente de Independiente es inevitable e
incluso necesario entender y conocer al Hugo Moyano sindicalista. No se
puede separar una tarea de otra. El mismo Moyano realiza la mayoría de
las firmas de contratos en oficinas de la
CGT. La carrera gremial de Hugo empezó desde muy joven a los escasos 18
años. El sindicalismo, la CGT, el gremio de Camioneros es su segunda
casa. En esa casa está cómodo, es el terreno que mejor maneja, en el que
está hace más de 50 años. Y desde hace dos
años hace que Independiente hable en ese idioma, el gremial. Y así
sentirse en su casa.
Se aprobó el presupuesto y el balance en la asamblea con prácticamente
todas las manos de los representantes de socios levantadas, incluidas
las de la “oposición”. Es el turno de analizar la reforma del estatuto y
Juan Torres, integrante de la agrupación “Lista
Roja”, solicita ir a un cuarto intermedio para trabajar y profundizar
más los artículos del nuevo estatuto. Hugo pide la palabra y responde
como en su casa: “Llevando al nivel donde yo me manejo, al nivel
gremial. Mi propio hijo Facundo promueve la democratización
en los gremios. Yo también estoy de acuerdo que los gremios se tienen
que democratizar al máximo y además promueven que no se permitan más de
dos períodos de mandatos. Yo no estoy demasiado de acuerdo con eso. Eso
es una actitud que tiene el socio de la institución,
el afiliado al sindicato. Si bien uno está de acuerdo con algo, hay que
buscar el momento para poder ponerlo en práctica”. Hugo Moyano le habla
al socio de Independiente como le habla hace años al afiliado de un
sindicato. Hugo Moyano es Secretario General
de la CGT desde 2004. Hugo Moyano fue elegido Secretario General de
Choferes de Camioneros de Buenos Aires en 1987, 1991, 1995, 1999 y 2003.
Lejos está de limitar los mandatos a únicamente dos períodos.
Aunque no va a perdurarse en incontables mandatos en Independiente como
si lo hizo a lo largo de su carrera en los diferentes sindicatos que
encabezó y encabeza, entender su labor en dicha área ayuda y aporta a
entender y analizar su gestión en Independiente.
En la política, cualquiera sea el rubro, quien gobierna tiene dos
caminos: intentar erradicar a la oposición si es que la hay y gobernar
sin cuestionamientos ni rivales de renombre que pongan en duda la
gestión; o en caso que haya una oposición formada, tratar
de formar a dicha oposición, buscando que el rival de uno siempre sea
el más débil. En la mayoría de los sindicatos de Argentina, la primera
opción fue escogida por muchos dirigentes y barrieron con todo tipo de
referentes opositores. Se mantienen en sus cargos
hace años, en las “elecciones” ganan por más del 90% y su gestión es
siempre intachable. No hay cuestionamientos ni críticas. Están como en
sus casas. O mejor incluso. Y aunque la democracia no está directamente
vinculada a la cantidad de mandatos ni a un
día de elecciones, sí está relacionada a la existencia de otras voces,
de otras opiniones, que aporten y colaboren con los que gobiernan.
Hugo Moyano llegó a la presidencia de Independiente luego de los peores
diez años de la institución –algunos de los cuales participó su hijo
Pablo Moyano cuando Julio Comparada era presidente, pese a que a veces
la memoria de algunos falle un poco-. El poder,
ese jugador silencioso y oculto, trabajó durante los meses previos a
que Moyano gane las elecciones. Allanó caminos y la imagen de Hugo
Moyano como candidato era la indicada en los medios de comunicación.
Muchos ayudaron o muchos fueron influenciados por el
poder para que se logre esa imagen. La elección estaba garantizada, no
había ninguna posibilidad que gane alguna de las otras dos listas. Antes
de ser presidente, Moyano ya había logrado su primer paso fundamental:
Independiente era como su sindicato.
En sus dos años de gestión se encargó entonces de profundizar ese
aspecto. Hizo y hace de Independiente su casa. Y para gobernar
políticamente eligieron el camino sin oposiciones. En cierto punto,
también es responsabilidad de la mayoría de los dirigentes opositores
que son obsecuentes con el oficialismo con el objetivo de formar parte
del mismo –algo que está muy lejos de ocurrir-. Pero también el
oficialismo es formador de oposición, o en este caso de erradicarla y
así intentar garantizarse futuras elecciones.
Las gestiones de Julio Comparada y Javier Cantero arrasaron con
Independiente, tanto económica como deportivamente. La vara había
quedado por el piso. Los jugadores del poder influyeron en que esa vara
haya quedado por el piso para que quienes gobiernen luego
lo hagan en total tranquilidad. No obstante, en estos dos últimos años
la medida fue contundente: no hay vara. “No sé olviden como estábamos
con Comparada y con Cantero” como respuesta principal a cualquier
cuestionamiento de algún periodista que no forme
parte del blindaje mediático que tiene mayormente la actual Comisión
Directiva. No hay vara hoy en Independiente.
Hugo Moyano da por concluida la asamblea. Todo lo propuesto fue aprobado
–presupuesto, balance y estatuto-. Está como en su casa. Casi sin
críticas, casi sin cuestionamientos. Pero también prácticamente sin
logros deportivos y sin otras voces. Y entre las casas
de Hugo hay una diferencia fundamental: los sindicatos no tienen arcos.
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