Sangre Roja

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Alberto Eirin, Fabio Candelabro, Daniel Martinez y Litto Giovetti

viernes, 11 de mayo de 2018

El Libertadores de América, una deuda pendiente para Independiente Por Christian Alfano

Desde que arrancó el año, Independiente disputó 11 partidos como local y los resultados no fueron positivos: cuatro victorias, dos empates y cinco derrotas. Además, el promedio de gol bajó casi hasta la mitad respecto del de visitante, en el raconto de las últimas cuatro temporadas. 

 De algunos años a esta parte, Independiente ha encontrado su talón de Aquiles en una coyuntura donde otros equipos suelen edificar su máxima fortaleza, y no se trata de ninguna deficiencia en materia táctica o estratégica, sino de un hecho bastante más básico de lo que cabría imaginar: los partidos en condición de local. Es un problema añejo y, aún habiendo Ariel Holan logrado cambiar la identidad del equipo, sin solución aparente a corto plazo
Gran parte de este karma se remonta a la temporada 2013-14, cuando Omar De Felippe era la cabeza del grupo. El fatídico debut contra Brown de Adrogué o el trascendental (y de nuevo malogrado) choque ante Patronato que le dio la oportunidad de borrar de un plumazo gran parte de la deshonra infligida por las presidencias de Julio Comparada y Javier Cantero son los ejemplos más claros.
Pasaron varias temporadas e Independiente vuelve a enfrentarse con la misma realidad: Huracán. De sufrir hasta la agonía por una final en La Plata en pos del ascenso, a sufrir otra disputa con el Globo por la clasificación directa a la fase de grupos de la Copa Libertadores 2019, con la que también se ilusionan Racing y Talleres.
Repasando los números, de los ocho partidos que Independiente jugó en 2018 como local en la Superliga, obtuvo tres victorias, un empate y cuatro derrotas (Defensa y Justicia, Atlético Tucumán, San Lorenzo y Estudiantes). Al hincha se le revuelven las entrañas de solo mencionar las desatenciones ante Defensa y Gimnasia, donde no mereció perder desde el plano futbolístico. El haber puntuado en aquellos duelos hubiese conferido la tranquilidad necesaria como para animarse a más y no bajarse tan temprano de la lucha por el campeonato.
A esto hay que sumarle el empate contra Gremio en Avellaneda, por la ida de la Recopa Sudamericana, que terminó lamentando en Brasil pese al gran esfuerzo de sus jugadores para estirar la definición a los doce pasos. Hace nueve días volvió a caer en el mismo laberinto contra Corinthians y ahora deberá sacar un buen resultado ante Millonarios como visitante para seguir con vida en el certamen continental y luego definir su pase en su casa frente a Deportivo Lara.
Pero, ¿cómo podrían explicarse tantas frustraciones acumuladas a lo largo de los recientes cursos, en cuyos protagonistas (dirigentes, jugadores, técnicos) no radica un común denominador al que achacárselas? Sin dudas, la presión ejercida por parte de los hinchas cada vez que toca afrontar un duelo crucial en el Libertadores de América, aunque no malintencionada, dificulta más que lo que ayuda a un equipo urgido de revertir su imagen casera. Bajo esta atmósfera de impaciencia, un mal resultado conduce a otro, y a otro, sin visos de romper el “maleficio”. Un dato muy ilustrativo: el promedio de gol como local baja casi hasta la mitad respecto del de visitante, en el raconto de las últimas cuatro temporadas.
La "buena noticia" es que el Rojo depende de sí mismo y la clasificación a la próxima Libertadores se va a dirimir contra Unión en Santa Fe, donde no pierde desde el Clausura 2000, y el historial corre a su merced: tres victorias y cuatro empates.

T y C

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