Sangre Roja

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Alberto Eirin, Fabio Candelabro, Daniel Martinez y Litto Giovetti

jueves, 7 de diciembre de 2017

La combinación de Independiente - Por Eduardo Verona

La evolución que continúa experimentando Independiente se nutre de su perfil aguerrido y de una capacidad para elaborar un fútbol ofensivo. Esa combinación arroja una síntesis positiva en el plano individual y en lo que el fútbol de todos los tiempos identifica con el funcionamiento. El 2-1 a Flamengo en el partido de ida de la Copa Sudamericana lo obliga a ir al Maracaná a jugar un partido muy estratégico. 





¿Qué tiene Independiente para estar tan cerca de ganar la Copa Sudamericana? Un equipo que en el desarrollo de la competencia y a lo largo de la temporada reveló que adquirió un perfil muy aguerrido que volvió a comprobarse en el 2-1 a Flamengo en Avellaneda. Un perfil que no desestima el fútbol ofensivo que abraza. Por el contrario; lo reivindica.
Esa combinación hacía muchos años que Independiente no mostraba. Como si el equipo se partiera o quebrara en la búsqueda de cierta identidad futbolística. Y en la fragmentación denunciara debilidades imposibles de remontar, como por ejemplo, le ocurrió antes con la conducción de Jorge Almirón, luego de Mauricio Pellegrino y después con Gabriel Milito.
La llegada de Ariel Holan en el arranque de 2017 pareció determinar un cambio de rumbo muy positivo, más allá de que el equipo no logró conquistar hasta el momento ningún título. Pero fue encontrando fortalezas individuales y quizás lo más importante, una fortaleza colectiva muy valiosa que hasta puede tener la representación de un funcionamiento, palabra casi sagrada en el fútbol de todos los tiempos.
Y es el funcionamiento lo que le permite a Independiente rescatarse de las adversidades como las que vivió ante Flamengo, cuando a los 10 minutos ya estaba perdiendo 1-0 con un cabezazo demoledor de Rever a la salida de una pelota parada.
En una final, empezar con un gol ajeno, suele desatar los peores presagios. Porque apura los tiempos de todas las jugadas. Porque multiplica las ansiedades y las urgencias. Y porque cultiva las impaciencias de adentro y de afuera. Sin embargo no fue el caso. No se suicidó Independiente. No se inmoló para buscar el empate. No se desorganizó, en definitiva como quizás lo haría un equipo precario e improvisado.
En estas circunstancias también se ve la verdadera dimensión de las virtudes. Que no son extraordinarias en Independiente, pero son muy visibles. Por eso supo manejar los ritmos del partido para defender los espacios y para atacar. Para replegarse y para salir. Y para convertir los dos buenos goles que convirtió en dos maniobras tan precisas como contundentes, primero con un bombazo esquinado de Gigliotti y en el complemento con la volea de derecha de Meza luego de un estupendo desborde de Barco por la izquierda, quien sigue evolucionando como jugador de equipo, aunque la mala noticia es que es muy probable que sea transferido a un club de la liga de Estados Unidos.
El triunfo ajustado de Independiente por supuesto no le da ningún margen muy apreciable para la revancha del próximo miércoles en el estadio Maracaná de Río de Janiero. Flamengo denunció ser mejor de lo que indicaban sus antecedentes. Por lo menos en el manejo de la pelota y en cierta ductilidad ofensiva para administrarla.
Las dudas que puede promover Independiente se enfocan en la estrategia de tirarse atrás cuando se pone en ventaja. Lo hizo frente a Libertad en semifinales. Y volvió a incurrir en el mismo error conceptual ante Flamengo. Lo reconoció Tagliafico después del partido. Como ya lo había reconocido luego del 3-1 a Libertad.
Ese instinto de conservación mal interpretado debería corregirse a la brevedad. Enamorarse del resultado no es una buena lectura, aunque haya salido favorable en un par de oportunidades. Porque entre otras cosas condiciona las propias respuestas. Y asfixia iniciativas más productivas de cara al arco rival.
El reconocimiento sobre la actitud aguerrida que viene expresando Independiente no está circunscripta solo a las victorias que conquista. Es lo que transmite el equipo. Lo que delata durante los desarrollos.
Lo que deja ver aún sin ofrecer grandes producciones. Porque no está para las grandes producciones Independiente. Está para configurarse como un equipo muy difícil y de alta complejidad para cualquiera.
Tan difícil si le suenan algunos violines (Benítez, Meza, Barco) o si tiene que remarla sin sutilezas desde la gran dificultad. Ese diseño aguerrido y templado que destacamos en el comienzo no es una arista de poco peso. Tiene un peso muy significativo. Y en el Maracaná también estará a prueba. La prueba decisiva. 

Diario Popular

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