Sangre Roja

Sangre Roja
Alberto Eirin, Fabio Candelabro, Daniel Martinez y Litto Giovetti

miércoles, 29 de noviembre de 2017

Destino Final, por Federico Giovetti




Con un Gigliotti intratable, fútbol de alto vuelo y huevos, lo dimos vuelta y estamos otra vez en una final de Copa. El Rey está despierto. ¡Vamos Rojo carajo!

Hicimos historia. Estábamos complicados porque había que revertir el 0-1 de la ida, encima sin haber marcado gol de visitante. Pero la noche estaba preparada para ser inolvidable. Jugamos todos. A estadio repleto. Hinchas, jugadores, cuerpo técnico y dirigentes. La cancha, el infierno bramó, escupió fuego por todos los sectores e intimidó al rival, que vino desde el minuto 0 a defenderse pero no lo pudo sostener.

La remontada tuvo a una figura impensada. El Puma Gigliotti en su mejor partido desde que volvió de China. Convirtió dos goles y fue el más regular del equipo. Porque en el peor momento, aguantó la pelota, descargó en sus compañeros, se llevó todas las marcas, además de usar bárbaro el cuerpo. Para la redención por aparecer en un momento dramático del torneo. Lo necesitaremos así en el partido definitorio. Completaron el podio Barco y Meza. El primero, temple de acero para marcar el penal. Luego, gambeta y desparpajo, casi hace un golazo. Maxi otra vez fue dueño de una gran habilidad con el balón, volvió loco a los defensores paraguayos, asistió a Gigliotti en el segundo y se cansaron de cometerle infracciones.

¿Qué más escribir sobre Tagliafico y Bustos? No hay adjetivos para describir al Capitán, con “C” mayúscula por lo que significa en este plantel. Bustos tuvo un primer tiempo para la ovación. A él le cometen el penal y él participa de la jugada del segundo gol, cediéndole la pelota a Meza. En los cuarenta y cinco minutos finales, se cayó físicamente.

Si Independiente no convirtió más goles fue porque después de un primer tiempo arrollador, donde sólo tuvo unos malos minutos (triple cabezazo en el área Roja para el gol visitante), en el complemento retrocedió, casi de manera inconsciente por los nervios y dejó el balón en los pies de Libertad. El rival, sin fútbol pero con empuje y centros al área, nos hizo sufrir, demasiado. El D.T. acertó en la línea de 5 con Amorebieta como líbero. El Vasco sacó todo de arriba. El tiro libre del final fue no apto para cardíacos. Luego, pitido del ecuatoriano y delirio. 


El destino quiso que una vez más el Diablo esté en la instancia decisiva de la Sudamericana. ¿Junior o Flamengo? Da igual. Porque éste debe ser el paso inicial para volver a ser. Para sacarnos la mufa de los últimos años. El Rey de Copas ya mira la corona de reojo. La semana que viene, hay que tirarle los 112 años de gloria y orgullo a quién sea para grabar en oro una nueva página de la historia…

No hay comentarios:

Publicar un comentario