Sangre Roja

Sangre Roja
Alberto Eirin, Fabio Candelabro, Daniel Martinez y Litto Giovetti

miércoles, 28 de junio de 2017

Sin brindis por Federico Giovetti

Insólito. ¿Cómo no ganó hoy Independiente? Si tuvo un penal, un expulsado, veinte mil chances de gol. Lo despilfarró todo. Un partido de esos que suceden entre un millón. Sumamos una nueva decepción.

Resulta difícil de explicar. Sepan disculpar hoy si el análisis es pobre. Porque siguen transcurriendo los minutos posteriores al partido y todavía no se puede creer.

Antes que nada, el equipo no supo aprovechar ninguna de las ventajas que presentó el cotejo. Si bien los primeros minutos fueron esquivos, (el Rojo no tuvo la posesión del balón) logró acomodarse promediando la primera etapa. Inclusive abrió el marcador con un golazo de Rigoni. Luego, tras el empate del granate, creó múltiples situaciones claras para anotar, algunas definidas cerca del área chica o con el jugador sin marca frente al arquero. Ni con un penal a favor, ni con un jugador más (por la expulsión de Aguirre) pudo convertir el segundo que le hubiese dado la clasificación a la Libertadores.

Hay que tener en cuenta que Lanús prácticamente no atacó en el complemento. El tanto visitante provino de un mal pase de Nery Domínguez. No tenía opción y en lugar de despejar quiso jugar la pelota a su izquierda. La regaló. Antes y después de esa acción, el Diablo tuvo situaciones netas a través de Benítez, Albertengo, Rigoni, Erviti, Tagliafico, Meza, el penal de Barco (no puede hacerse cargo un chico de 18 años de la ejecución más importante de los últimos tiempos) y hasta Sánchez Miño con un cabezazo que Andrada tapó. Algunos de los que mencionamos no tuvieron una sino dos o tres oportunidades.

Increíble. Complicado seguir escribiendo. No hay palabras para expresar la decepción del hincha. Quizás haya que centrarse en que el equipo dejó todo en la cancha, en que tuvo fútbol y situaciones pero no pudo embocarla en los tres palos. Por eso los aplausos del final. Pero hay sabor a desilusión, a bronca. Difícil seguir escribiendo. Nos quedamos sin el brindis del final.

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