Sangre Roja

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Alberto Eirin, Fabio Candelabro, Daniel Martinez y Litto Giovetti

viernes, 30 de junio de 2017

Independiente: el goleador que no está - Por Eduardo Verona

Sin un goleador que confirme en el presente esa gran especialidad, las posibilidades de cualquier equipo disminuyen. Independiente lo viene pagando con creces en las últimas temporadas. Aunque incorporó a Lucero, Denis, Vera, Albertengo y Gigliotti, el gol se convirtió casi en una abstracción. Esa ausencia para apropiarse del área rival se expresó brutalmente en el 1-1 ante Lanús, cuando con todo a favor no concretó. 

Habrá que apelar a las memorias del fútbol para encontrar a un equipo campeón o a un equipo que se haya destacado sin coronar con un título que no tuviera en el plantel a un especialista del gol. A un punta clásico. A un goleador, en definitiva, como lo tuvo Boca con Darío Benedetto en la última temporada. O como lo tiene River con Lucas Alario, perfilado como un delantero de área capaz de ganar pelotas decisivas por arriba o por abajo.
La nueva frustración de Independiente (al no clasificar a la próxima edición de la Copa Libertadores) da pie para hacer foco en los daños objetivos que le provocó al equipo que conduce Ariel Holan la ausencia de un goleador que con determinación sepa apropiarse del área adversaria.
Independiente hace ya varios años que no cuenta con esa clase de jugador que puede definir el rumbo de un partido y hasta de un torneo, como sucedió con Benedetto en Boca. El último punta inteligente, desequilibrante y eficaz que vistió la camiseta de Independiente fue Andrés Silvera, quien se fue del club en diciembre de 2011. Aquel recordado campeonato que ganó el Rojo en la segunda mitad de 2002 contó con un Silvera brillante, autor de 16 goles en 19 partidos.
Después de Silvera, Independiente nunca más encontró a un delantero de categoría. Pasaron Parra en su segundo ciclo, el Tecla Farías ya en la decadencia, Lucero, Penco, Albertengo, Denis, Vera, Leandro Fernández (recuperado de una rotura de ligamentos) y Gigliotti, como actores centrales de una saga despojada de protagonismos y saturada de mediocridad.
En el 1-1 frente a Lanús del pasado martes 27 de junio, esta carencia muy significativa de Independiente quedó evidenciada de manera brutal, más allá de la docena de situaciones de gol que generó y no concretó el equipo de Holan. Afectado Gigliotti por pubalgia (no jugó más desde la derrota 3-0 ante Boca en La Bombonera cuando fue reemplazado en el entretiempo), su lugar lo ocupó Albertengo en los partidos frente a Defensa y Justicia, Olimpo, Unión y Lanús.
El saldo en el rubro del delantero goleador, fue desolador. Como quedó expresado en los párrafos anteriores, no es nuevo el escenario. Independiente viene padeciendo, casi sin pausas, la falta de un jugador que termine la maniobra ofensiva. Que haga lo que otros no hacen. Que gane un rebote en el área chica. Que gane en el anticipo un centro al primer palo. Que gane una pelota que cruza el arco y llega al segundo palo. Que gane un mano a mano para irse al gol. Que no necesite disponer de varias situaciones de gol claras para concretar una. Y a veces ni eso.
Ese jugador clave para cualquier equipo que simplifique la complejidad del gol, Independiente no supo encontrarlo. Gigliotti llegó después de dos temporadas en el experimental fútbol chino con esa expectativa. Salvo durante algunos pasajes (anotó 4 goles en 12 partidos del campeonato y 2 de Copa Sudamericana), sintió demasiado volver a instalarse en el fútbol argentino. Lo sintió tanto que hasta sus movimientos parecieron denunciar a un jugador que había estado inactivo durante un largo tiempo. Hasta que tuvo que parar.
La presencia forzada de Albertengo no terminó siendo ninguna solución, aunque conquistara 2 goles frente a Olimpo y Unión. La misma sensación de vacío e improductividad ofensiva antes había invadido a Lucero, Denis y Vera. Independiente, sin ninguna duda, lo pagó como se pagan estos déficit: a pura decepción.
Creció el equipo bajo la gestión de Holan (entre campeonato, Copa Argentina y Sudamericana disputó 19 partidos y solo cayó con Boca), pero su mejor puesta a punto en el plano individual y colectivo tuvo un límite que lo condicionó de manera notable y que se manifestó con total crudeza en el empate ante Lanús. Ese límite fue la ausencia de un goleador.
El que más cerca estuvo de encarnar ese rol fue Rigoni con 11 goles en el torneo. Pero Rigoni no es un punta que va por el medio. Es un volante de ataque que arrancando por las bandas sabe llegar al gol, aunque no sea un goleador. Está claro que no le alcanzó a Independiente. Porque suele no alcanzar si un equipo no tiene a un falso 9 que va a los bifes (lo era Silvera) o a un 9 clásico que se imponga en el área para ganar los partidos que es necesarios ganar. Como contra Lanús, por ejemplo. Bochini lo planteó con precisión en una frase: “Al equipo le falta un nueve de jerarquía que haga los goles que hoy hace Rigoni”.
En la medida en que Independiente no encuentre a ese hombre (Leandro Fernández es una posibilidad y en absoluto una certeza), tendrá que aferrarse a la resignación. Y también a la nostalgia.

Diario Popular

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