Es increíble. Estamos saladísimos. Ni siquiera jugando un buen partido
nos sale una. Ni con un penal a favor, ni con 18 tiros de esquina
ejecutados -aunque esto habla de la falta de trabajo de la pelota
parada-, ni habiendo generado 20 tiros al arco, el 68% de posesión y la
mar en coche. Llamémoslo problema psicológico, falta de confianza, mala
suerte... Pongámosle el nombre que queramos; el inconveniente sigue
siendo el mismo y es cada vez más irritante.
Analizar el partido sería un accionar burdo y aburrido.
Prefiero quedarme con las pequeñas cosas que hicieron que Independiente
tuviera mucha más intensidad y dinamismo que en los dos encuentros
pasados. Una de ellas fue haber alineado a Barco como extremo izquierdo.
Todo mérito de Holan encontrarle esa posición donde el mismísimo
jugador, en la semana, había dicho que se sentía más cómodo.
Desequilibró, generó el penal y formó un interesante tándem con
Tagliafico: el juvenil, enfocado en explotar en los últimos metros, y el
capitán, ocupándose de cuidarle bien la espalda y hasta
complementándolo en ataque. Y del otro lado, también hay que destacar lo
del pibe Bustos, quien ya demostró tener la titularidad asegurada a
base de esfuerzo y sigue siendo de lo más interesante del Rojo.
Por primera vez en los tres partidos de la era Holan,
Independiente encontró un equilibrio que le permitió disputar
físicamente los dos tiempos por igual. No se impacientó pese a que el
empate perduraba; no renunció nunca a su idea; encontró solvencia en los
recambios, que -¡al fin!- entraron bien (eximo a Meza de esto, quien
estuvo muy poco como para juzgarlo); y dejó buenas sensaciones. Se
valora esto porque, en etapas anteriores, ante la menor muestra de
impaciencia, comenzaba el torrente de pelotazos al área que
desencadenaba en un sinfín de chiflidos. Ayer, si bien el equipo se fue
silbado, se entiende que se debió a la exasperación por no haber ganado
nuevamente y no por la forma en que se afrontó el partido.
Me dio mucha lástima que fuera Gigliotti quien erró el
penal. No soy de los que sentencian a un jugador por haber malogrado una
de estas situaciones; al fin y al cabo, los que erran son los que
patean. También entiendo que para un nueve la confianza incrementa mucho
al hacer un gol, sea por la vía que sea, y por eso buscó ejecutarlo él.
Lo que principalmente me afectó es que haya debido retirarse sumido en
una silbatina al culminar su tercer partido con la camiseta del club. Es
verdad: anunció el remate, le pegó despacio, brilló por su ausencia en
todo el encuentro y le siguen rebotando las pelotas. Pero condenarlo tan
rápidamente me parece excesivo. Tal vez hubiera sido mejor darle apoyo
con un tímido aplauso.
El principal desvelo de Holan tiene que ser transformar a
este Independiente, el de los merecimientos, en el nuevo, el de las
victorias -y en lo posible, que no sea el de las pírricas-. Que sea con
trabajos de definición, con labores en los últimos metros, con un
psicólogo deportivo o haciendo una caminata a Luján, si es necesario. A
esta altura, ya parece una maldición que comenzó con aquella piedrita
que hoy es una avalancha. Salir de esto y recobrar la confianza es
menester, sobre todo de cara a los partidos que no se jueguen en
condición de local y ante rivales que no cedan tan fácilmente la pelota
como los que ya pasaron.
Nota al margen: Hay algo que todos los hinchas de
Independiente queremos protagonizar y esos son los partidos de Copa.
Cargan con la mística de lo que alguna vez fuimos y generan una
expectativa inconmensurable en los corazones durante la previa. Pero
poner precios que van desde los 500 hasta los 1300 pesos para los no
socios, que encima deben sufrir el maltrato policial en el ingreso -no
me lo contaron, estuve presente ahí- es una forma de repeler a quien no
puede acceder a eso. El fútbol es un deporte popular. Es contradictorio
que los dirigentes que tenemos, que en sus discursos siempre se
vanagloriaron de velar por los derechos e intereses del trabajador,
establezcan estos valores entendiendo la situación actual del país. Hay
que pensar más en el hincha, al fin y al cabo es quien mantiene vivo al
club.
@rfailache
T y C
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