Sangre Roja

Sangre Roja
Alberto Eirin, Fabio Candelabro, Daniel Martinez y Litto Giovetti

viernes, 7 de abril de 2017

El Independiente de los merecimientos por Román Failache

Es increíble. Estamos saladísimos. Ni siquiera jugando un buen partido nos sale una. Ni con un penal a favor, ni con 18 tiros de esquina ejecutados -aunque esto habla de la falta de trabajo de la pelota parada-, ni habiendo generado 20 tiros al arco, el 68% de posesión y la mar en coche. Llamémoslo problema psicológico, falta de confianza, mala suerte... Pongámosle el nombre que queramos; el inconveniente sigue siendo el mismo y es cada vez más irritante.

Analizar el partido sería un accionar burdo y aburrido. Prefiero quedarme con las pequeñas cosas que hicieron que Independiente tuviera mucha más intensidad y dinamismo que en los dos encuentros pasados. Una de ellas fue haber alineado a Barco como extremo izquierdo. Todo mérito de Holan encontrarle esa posición donde el mismísimo jugador, en la semana, había dicho que se sentía más cómodo. Desequilibró, generó el penal y formó un interesante tándem con Tagliafico: el juvenil, enfocado en explotar en los últimos metros, y el capitán, ocupándose de cuidarle bien la espalda y hasta complementándolo en ataque. Y del otro lado, también hay que destacar lo del pibe Bustos, quien ya demostró tener la titularidad asegurada a base de esfuerzo y sigue siendo de lo más interesante del Rojo.
Por primera vez en los tres partidos de la era Holan, Independiente encontró un equilibrio que le permitió disputar físicamente los dos tiempos por igual. No se impacientó pese a que el empate perduraba; no renunció nunca a su idea; encontró solvencia en los recambios, que -¡al fin!- entraron bien (eximo a Meza de esto, quien estuvo muy poco como para juzgarlo); y dejó buenas sensaciones. Se valora esto porque, en etapas anteriores, ante la menor muestra de impaciencia, comenzaba el torrente de pelotazos al área que desencadenaba en un sinfín de chiflidos. Ayer, si bien el equipo se fue silbado, se entiende que se debió a la exasperación por no haber ganado nuevamente y no por la forma en que se afrontó el partido.
Me dio mucha lástima que fuera Gigliotti quien erró el penal. No soy de los que sentencian a un jugador por haber malogrado una de estas situaciones; al fin y al cabo, los que erran son los que patean. También entiendo que para un nueve la confianza incrementa mucho al hacer un gol, sea por la vía que sea, y por eso buscó ejecutarlo él. Lo que principalmente me afectó es que haya debido retirarse sumido en una silbatina al culminar su tercer partido con la camiseta del club. Es verdad: anunció el remate, le pegó despacio, brilló por su ausencia en todo el encuentro y le siguen rebotando las pelotas. Pero condenarlo tan rápidamente me parece excesivo. Tal vez hubiera sido mejor darle apoyo con un tímido aplauso.
El principal desvelo de Holan tiene que ser transformar a este Independiente, el de los merecimientos, en el nuevo, el de las victorias -y en lo posible, que no sea el de las pírricas-. Que sea con trabajos de definición, con labores en los últimos metros, con un psicólogo deportivo o haciendo una caminata a Luján, si es necesario. A esta altura, ya parece una maldición que comenzó con aquella piedrita que hoy es una avalancha. Salir de esto y recobrar la confianza es menester, sobre todo de cara a los partidos que no se jueguen en condición de local y ante rivales que no cedan tan fácilmente la pelota como los que ya pasaron.
Nota al margen: Hay algo que todos los hinchas de Independiente queremos protagonizar y esos son los partidos de Copa. Cargan con la mística de lo que alguna vez fuimos y generan una expectativa inconmensurable en los corazones durante la previa. Pero poner precios que van desde los 500 hasta los 1300 pesos para los no socios, que encima deben sufrir el maltrato policial en el ingreso -no me lo contaron, estuve presente ahí- es una forma de repeler a quien no puede acceder a eso. El fútbol es un deporte popular. Es contradictorio que los dirigentes que tenemos, que en sus discursos siempre se vanagloriaron de velar por los derechos e intereses del trabajador, establezcan estos valores entendiendo la situación actual del país. Hay que pensar más en el hincha, al fin y al cabo es quien mantiene vivo al club.
@rfailache

T y C

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