La frase “esto con Grondona no pasaba”, por
el poder que el ya fallecido patrón había amasado en la FIFA, retumbó
ayer de un coro de bocas flojas cuando se supo de la sanción a Lionel
Messi.
Ellos, los socios del club
Defensores de Don Julio, no recuerdan que con Grondona la AFA sufrió el
golpe más duro en la historia de los Mundiales, cuando a Diego Maradona
le cortaron las piernas en Estados Unidos. Corrección revisionista
aparte, este presente del fútbol argentino sucede, qué duda cabe, por
culpa de Julio Grondona, el arquitecto de una generación de dirigentes
con dudosa capacidad para timonear la AFA.
Ayer, antes de
la derrota y de que Argentina volviera a quedar en zona de Repechaje
(como le pasó a Grondona en 1993), surgieron las teorías conspirativas.
¿De la FIFA? No, dentro de la propia AFA. Que la suspensión para Messi
fue urdida en Zurich porque el representante argentino allá es el
presidente de River, opositor al gobierno que desembarcará hoy en
Viamonte de la mano de Claudio Tapia con el padrinazgo de Daniel
Angelici. En ese contexto, también parece ser Marcelo Tinelli un
salvavidas de plomo para Edgardo Bauza: la empatía entre el técnico y el
dirigente, arquitectos del primer campeón de América en San Lorenzo, es
uno de los motivos que convierte al Patón en un blanco fácil de la
nueva conducción de la AFA. Sería difícil apuntarle a Bauza si hubiese
sumado aciertos, pero el DT aportó un inventario de argumentos para que
se dude de su continuidad: de lo poco que se le puede acreditar, está
haber convencido a Messi de volver a la Selección, si es que
efectivamente hizo algo para que Leo deshiciera su renuncia.
Previo
a esta doble fecha que termina con una cosecha de tres puntos sobre
seis posibles pero sensaciones negativas, se vio el apuro de Tinelli de
asumir como presidente de la Comisión de Selecciones. Y de pronto se
encontró en la peor foto. Pero el vicepresidente de San Lorenzo
desconfiaba (y desconfía) de cuánto se respetará el acuerdo sellado con
Tapia y Angelici por el reparto de poder en el fútbol. No hay certezas
de que se cumpla con que la AFA irá para un bando, y la Superliga y la
Selección para el otro. Es más: es difícil augurar si la Superliga
nacerá en agosto.
Pero había pocos problemas y a Messi se
le ocurrió insultar a viva voz a un árbitro asistente en medio del
Monumental, con el mundo entero como testigo. Justo antes de jugar enLa
Paz ante Bolivia. Todo en contra. Es cierto que en el Barcelona lejos
está Leo de acumular el nivel de estrés que se le genera en la
Argentina, pero acá explotó con ínfulas maradonianas. Messi no fue
víctima de la FIFA, sino de su propia impotencia. Y maradoneó cuando no
debía hacerlo.
Los jugadores no hablan con la prensa; el
DT no le encuentra la vuelta a un plantel gastado; los futbolistas miran
de reojo al técnico; la Comisión Normalizadora se despidió con un golpe
durísimo; los dirigentes conspiran contra sus aliados; la Conmebol y la
FIFA le perdieron el respeto a la AFA porque muchos dirigentes del
continente y el mundo dicen haberse liberado del yugo de Grondona... Y
ahí volvemos: si efectivamente se quiere instalar un nuevo orden, lo
último que se puede hacer es reivindicar a Grondona. Su legado es este
presente, en el que cada vez se está más cerca de desperdiciar el as de
espadas; sólo Bauza, el técnico en la cornisa, puede imaginarse campeón
en Rusia. Y Messi cumple 30 años en junio. La nueva dirigencia, que en
su mayoría creció en el fútbol viendo el anillo de Todo Pasa, debería al
menos por dos años evitar la frase “esto con Grondona no pasaba”.
Diario Clarín
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