La familia Roja es grande.
Grande en la amistad, grande en el encuentro.
En el sabor del encuentro de la rubia con espuma y su compañero tinto que animan y colorean la tertulia del barrio de Barracas.
En
esa casona donde históricamente duermen letras, puntos y comas...
Vocales y consonantes con experiencia en molde, con destino gráfico, con
olor a goles.
Palabras
y signos de un vocabulario deportivo, de una prosa vibrante y
legendaria, de una narrativa de estirpe periodística y de impronta
eternamente Roja.
Sólo fútbol se respira en esa casa.
Mientras
duermen letras, fotos y cientos de papeles, otros tantos cuadros,
diplomas y souvenires hogareños o partidarios, nos espían.
Quiénes son ésta vez? .....se preguntan.
Quienes aceptan esta noche de noches, como tantos otros, el convite a la amistad,
una y otra vez tan cultivada entre estas paredes?
En
esta ocasión comulga en consensos y sin ellos, una breve pero mítica
rama familiar Roja, muy bien conformada por el dueño de casa para la
ocasión.
El evento parece estrictamente masculino, pero no lo es.
Tres fuertes identidades lo impiden.
La primera, de reina católica se hizo calle, tras el paso de quinientos años.
La
segunda, como ya he dicho, animó la charla y los pocos silencios con su
melena rubia y su espuma blanca licuadas en nuestros sedientos
paladares.
La
tercera, refinada, silenciosa y amable, es la gobernante real del
inmejorable agasajo a los doce apóstoles independientistas que,
invitados por su marido, y ávidos de continuar una fraternidad
preexistente, van perpetuando la velada con recuerdos
imprescindiblemente Rojos. La dueña de casa recibió de los doce
presentes, el aplauso tradicional que merece toda buena cocinera.
Se respira un ambiente de afecto y respetuoso reconocimiento en la casa.
Como si, alineados al anfitrión mayor, cada uno de los visitantes intercambiase a su vez la bienvenida con sus pares.
Es
ciertamente generosa la entrada que portan los platos, justo antes de
que la rubia y el tinto se crean amos absolutos de algo mas que las
gargantas.
Tan generosa que resulta imposible no detener la mirada en sus contenidos.
Creo
adivinar que, a la delicada eleccion de la copa con frescos mejillones y
compañía, decorados en golf y transparencia, Ángeles leyó opotuna la
completud que dos rodajas de sabrosos y bien diferenciados piononos le
daban a la presentación.
Pero
no logró evitar la intrusa sugerencia marital de cerrar con dos
soberbias empanadas de carne y aceituna bien calentitas, cualquier
espacio libre que quedase en los platos o en los estómagos presentes.
La postal bien podría generar dos expresiones de una interpretación común.
La
abundancia del convite de una mesa exquisita es proporcional a la de la
gloria futbolera, periodística y política que se encuentra en esa sala.
Doy fé de ambas.
Los veinticuatro cubiertos iniciaron su ida y vuelta, y solo eso bastó para que descansaran las voces.
La noche gozaba.... La cena hacía lo suyo.... Las mandíbulas habían iiniciado el placer de satisfacernos.
Él..... El Decano de los periodistas que cubren a Independiente, miraba sereno y feliz a sus comensales saborear lo descripto.
Cuando
la inspiración azuzada por la memoria, desborda la capacidad
descriptiva y ésta acaba por no dar abasto, mejor echar mano al odioso
salvataje que dan la brevedad y el resúmen. Porque amigos, las cuatro
horas de tertulia que me admitió la conciencia del madrugón que me
esperaba, merecen un buen ensayo. Un boletín extraoficial escrito allí
mismo para un universo Rojo hambriento de novedades y sensaciones
placenteras.
La noche las daba..... Mi capacidad de enumerarlas, nó.
Me dedicaré entonces solo a nombrar y observar a los protagonistas.
Las cabeceras detentaban liderazgos, fuertes personalidades y cabellos entrecanos.
La
visitante deslumbrada por la figura del notable Capitán de América.
Aquel del temple oriental. Ese que relajado hoy por la felíz conciencia
de haberlo dejado todo por los colores, puede honrar con sólo
nombrárselo, la memoria expresa de cualquier independientista. El dueño
latente de la gloria eterna. Heredero de una historia de prestigio y
triunfo entregada en mano en los sesenta por sus antecesores. Integrante
mítico de varios planteles de inolvidables guerreros, que a su lado
ganaron todo.
Sí,
ese hombre educado, de tono medio, prudente y de no demasiadas
palabras, ocupa una cabecera y se ubica en su dimensión como si el penal
contra el San Pablo lo llamase nuevamente para edificar otra copa
gloriosa en la cerrada noche trasandina.
Ricardo El Chivo Pavoni... Hombre de expresión justa, de sonrisa simple y de narración atrapante.
No existe en esta vida quien no supiese disfrutar de su enorme presencia.
Justo
a su lado... justo como premio a quien lo merece, ubica Galoto a un
gran amigo suyo, Lito Giovetti, cuya sonrisa inocultable y recurrente,
dada por su cálida personalidad y por estar en una misma mesa junto al
hombre que comandó las huestes triunfantes de un pasado eterno, nos
acompañó toda la noche.
Comentando,
escuchando, devolviendo en gestos de asentimiento la cálida actitud de
quien se siente felíz y amigo de todos los concurrentes, por el solo
hecho del sentimiento Rojo en común. Ese es Lito y, aunque nada lo he
tratado, me asalta la nostalgia de ver a mi padre independientista de
alma, viajero de Dios, llevándome a las cenas con sus amigos Rojos de
los sesenta. Lito es pegote de su hijo, quien justamente se ha sentado a
mi lado.
Desde
1994 la amistad con que Galoto me ha distinguido, me permite conocer
gente del Rojo. Tratar a más y más hinchas, socios o simpatizantes, de
las más variadas procedencias, edades y militancia Roja..
Quien
se sentó a continuación, estuvo en el staff de las aperturas y cierres
artísticos cuya letra grabé como locutor para la tira de "Independiente
El Gran Campeón" desde que Daniel me dió la responsabilidad de hacerlo.
Sin
embrago años pasaron para estrechar su mano y reconocer su fisonomía en
el imaginario que me daba haber grabado su nombre tantas veces para el
programa.
Es Claudio Galoto, el hermano de mi amigo.
El hermano menor que los hijos únicos deseamos haber tenido en la vida.
La
corrección de sus expresiones que invitan a la charla, acompañan una
fisonomía de seriedad afable. Allí caigo en la cuenta de que tampoco
conozco a ese muchacho de rasgos emparentados a los de su hermano mayor,
más delgado que éste y de sonrisa oportuna y audiencia armoniosa. Es,
invariablemente el hermano del que tantas veces Daniel ha hablado, su
compañero de vida y comunión futbolera.
Sería
infiel a mi memoria si obviase la alegría que sentí en compartir la
mesa con Claudio y cambiar una pocas frases con él, antes que la cena
enfilara hacia un sendero político partidario del que ya no se
apartaría.
A
su lado Noray Nakis, cuya historia personal se remonta, según el
protagonista, a sus primeros años en Estambul, cuando la rebeldía
adolescente le permitió conocer a un exótico plantel campeón
intercontinental llegado del sur del mundo a la capital turca, para
disputar amistosos futboleros.
El
transcurso de su vida admite muy probablemente un libro de anécdotas
fuertes, que nos agradaría leer a muchos. Su llegada al país, su vínculo
con el Club Atlético Independiente, su actual vicepresidencia en la
comisión directiva que rige el club...
Poco y sin embargo bastante de su rico historial de vivencias contó Noray esa noche.
Aún
así, concentró en gran medida la atención de quienes estábamos en esa
mesa, especialmente de quienes inocultablemente querían sacarle algo más
que títulos sobre la vida políitica Roja.
Su
seriedad étnica se cruzó con la mía en varias oportunidades. Presumo
con algún atrevimiento, que no soy para él uno más del mundo prensario
que habitualmente lo trata. Convirtiéndome entonces en casi un
desconocido para el aurífero empresario y destacado político
independientista, que bastante me participó de sus dichos finalmente.
Pero
es Noray, más allá de adeptos o detractores que opinen sobre su
trayectoria de dirigente, un independientista de ley indiscutiblemente.
Se nota que ama la camiseta tanto como muchos nos jactamos de amarla.
Y
ahí sí, su peculiar condición de inmigrante que lo vincula al Rojo
desde la niñez en la fría Europa Oriental pasa por sobre cualquier
viscisitud político-partidaria y refrenda su pertenencia de orígen a los
colores que nos unen.
Esa
noche dejó al fin, para los periodistas partidarios presentes, más
insinuaciones y off de records, que afirmaciones o títulos deseados.
Sentados junto al vice, los hermanos Roldán, quienes respiran independientismo, se sabe.
Desde
lo periodístico Martín, el mayor, luce en los medios partidarios con
sello propio, y apoya su estilo en buena parte del periodismo de
investigación que sobrevuela la política Roja y su institucionalidad.
Conocedor
de los códigos del lenguaje futbolero, lo esgrime hábilmente. Lo expone
y lo preserva oportunamente, según lo exijan las circunstancias del
diálogo entablado con los referentes de la mesa. Una mesa que conserva
intacto su protocolo de cena-encuentro, pero ya cercana a la medianoche,
suma el claro perfil una virtual y solapada conferencia de prensa.
Martín
sabe de eso y lo maneja decididamente, llevando la batuta del
interrogatorio al dirigente con el mismo ritmo que el tenedor a su boca.
Maximiliano Roldán, el menor de ambos, observa la escena con curiosidad.
Calla,
pregunta, y sonríe, respondiendo en todo momento a una de las
cualidades que le pertenecen: manifestarse en simpatía, con la misma
intensidad con la que desarrolla su pasión por difundir las páginas
gloriosas de la historia Roja. Cosa que hace en generosa dedicación al
Facebook y otras redes, deleitándonos a miles que seguimos lo que hace.
Gente
de vuelo propio, los Roldán, no desperdician la oportunidad de ser
gentiles con todos quienes componemos la mesa.... sin renunciar nunca
por ello a cargar una y otra vez sus preguntas sobre la humanidad del
compañero de fórmula de nuestro camionero presidente.
Un
ínfimo detalle no pasó inadvertido a mi inocultable curiosidad
gustativa: Maxi, al igual que algún otro jóven integrante de esa mesa,
no posee aún la amplitud de paladar que admite lo agridulce de los
sabrosísimos arrollados. Sus dos rodajas de exhuberantes piononos
quedaron intactas y se fueron con el plato, no sin antes generar ésto un
comentario del dueño de casa al oído del jóven periodista, que por lo
bien disimulado y susurrante perdí de oir, pero intuí sustentado entre
cargada y correctivo sin temor a equivorcarme.
Voy
a dejar al anfitrión y organizador del encuentro y su fuerte presencia
en la cabecera de tal, para que las descripciones personales que hago de
sus comensales hablen por él.
De hecho esa casa, esa cena, ese momento hablan de él inequívocamente, por lo que poco agregaré de su persona.
Destacaré
si, la condición de maestro de las relaciones públicas, que no sólo lo
ha distinguido en su trayectoria profesional, lo sigue mostrando con el
paso de años, cuestiones de salud o crisis económicas de lado, como un
ejemplo afectuoso y apreciable.
Diré
en todo caso que eligió la cabecera de la mesa que daba espaldas al
ingreso a la sala, posicionando un intimidatorio gesto transmisible a
quien osase dejar la cena sin disfrutarla en su totalidad.
"Servíos y disfrutad que ésto es para vosotros" habrá dicho mentalmente Galoto....
"Comed y bebed que estáis en mi casa"....parecía sentenciar con su sonrisa pícara.
Y así sucedió deliciosamente.
Como
me viene sucediendo en la vida profesional desde que mi hija se diplomó
como colega y mi hijo me invita a concurrir al estadio, me sorprendo
rodeado de jóvenes periodistas, en este caso colaboradores de Daniel en
sus productos radiales de los últimos años.
Ello es placentero invariablemente.
Los
"pibes de Galoto" son cálidos, educados, ávidos de independientismo,
sumamente compañeros y..... sedientos!! Tanto como estaría quien hubiese
venido trotando desde Crucesita o Piñeyro.
También gozan de un saludable apetito. En la mesa queda probado.
Y es justo decirlo, constituyen un muy respetuoso auditorio ante la presencia de referentes importantes de la gran causa.
A mi derecha y separándome del dueño de casa, está Fernando Giovetti. El hijo de Lito.
Único comensal asistente que decidió vestir la gloriosa casaca esa noche.
Iniciativa de veras encomiable.
Giovetti hijo es buen compañero de mesa. Atento a que los canosos que lo flanqueamos estemos cómodos y nada nos falte.
Exhibe
como todos estos muchachitos una actualización puntillosa del mundo
Independiente y lo hace saber ante la menor pregunta mía.
Ayuda bien dispuesto al dueño de casa en los intercambios de utensilios habituales entre plato y plato.
A
mi izquierda Julian Barral, con su frescura de siempre, prodigándose
gentilmente y todo el tiempo en atender que mi copa no estuviese
vacía...... Debo admitir que adopté a la rubia heredera de la cebada
como constante aliviadora de mi sed, que también fué juvenil, en todo
caso....
Julián
es gentil y participativo, aún desde sus silencios. Compañero leal del
Decano Rojo desde su gesto de adolescente ingenuidad, su habitual
sonrisa y sus párpados dormilones, acumula ya temporadas de impregnación
"galotista" que a otros alejó hace tiempo, pero que él capitaliza
arreglándoselas para seguir siempre cercano a su amigo y maestro.
Junto
a Barral, otro entusiasta degustador del menú local y probablemente el
más nuevo de los colaboradores radiales del ex secretario de redacción
de El Gráfico: Juan Cruz Crivellaro.
Muy
jóven, de fuerte personalidad y notoria juvenilia, Juan Cruz "lookea"
rasgos de una estética culturalmente elegida por un numeroso segmento de
la masa generacional a la que pertenece: rapaditas de última usanza en
ambos parietales y una barba tupida si las hay.
Para
quienes lo desconocen, la grilla de los espacios radiofónicos que
Daniel dedica a su pasión avellanedense extra-futbolística, lo encuentra
a Crivellaro como activo todoterreno en la asistencia y la producción
de contenidos. Tan sólo eso lo vuelve inapreciable.
Casi
hiperkinético en su tránsito del estudio al control de Radio Gamma, ha
sosegado su ímpetu esta noche y dedica sus energías a escuchar y cenar
con entusiasmo.
Sólo una "banda" lo separa de los sentimientos pasionales comunes del grupo.
Una
muy fidedigna fuente del más poderoso grupo periodístico del país, me
anticipó que el diario Clarín vive una decidida transición reductiva de
su plantel de cuatrocientos trabajadores a exactamente la mitad.
Ésto
me sabe a experiencia en carne propia y no me mueve la aguja cuando lo
cotejo con la novedad que Beto Tisinovich deja caer sobre la mesa. Está
sin trabajo. Ya no es parte de el diario deportivo Olé.
El
notable editorialista hincha pasional del Rojo y también gestor de un
propio estilo gráfico en el apasionado periodismo deportivo, está
sentado entre los "chicos" y el Gran Capitán Pavoni, cerrando así el
sendero oval de una mesa tan sabrosa en componentes como las delicias
que traen los platos.
Beto
ha sido por años una firma de temperamento expuesto en las páginas de
Olé, más allá de los efervescentes editoriales y columnas dedicados a la
cobertura del fútbol del Rojo y, en ese sentido, a su inocultable
compromiso con la camiseta, sin dejar de surfear por encima de las
bravas y peligrosas olas de la subjetividad periodística.
Referente
contemporáneo del periodismo deportivo, es un valioso invitado en la
casa de las letras Rojas y en la dominante presencia mediática.
No
cerraré la demanda a mis memorias ignorando el placer desbordante de
los canelones de verdura con salsa bolognesa que constituyeron el plato
central, y que Ángeles, sabiendo que la charla independientista era ya
inalterable a esa altura y que seguramente su horno no aceptaría
demoras, diligenció a la distancia para que mozos de ocasión, incluído
su esposo, sirvieran humeante una de las más apetecibles variedades de
pastas.
Buen provecho señores, se dijo o lo imaginé, mientras le ahorré tiempos a mi boca en eso de hacerse agua.
Postre helado en vaso es doblemente sabroso y atractivo: su temperatura sabe mejor desde la transparencia.
Café que no acepté pues, media hora pasada la media noche, la cuenta regresiva a mi madrugón habia comenzado.
Diré por decoro narrativo y prenciosa elegancia final que.......
......en
el taller donde se fragua la amistad del independientismo, no
casualmente moldeada en esa casa por el oficio periodístico.... En la
comunión intimista y profunda de las diferencias humanas que no resisten
el llamado de esa única pasión roja..... En el templo donde se
multiplica al universo partidario el eco de un sentimiento futbolero
bien avellanedense.....
......se
diría que fuí humildemente a tomar lo que es mío y allí, generosa y
amistosamente, se me reconoce: la felicidad que la vida me ha dado de
pertenecer a Independiente.
Buen provecho amigos.
Buen provecho y gracias Daniel.
"ENRIQUE LARROUSSE"
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