No lo busquen, no existe otro club ni equipo en el mundo que
lo haya hecho. Maracanazo II. Sólo Independiente. Sólo el Rey de Copas.
Volvimos. ¡Rojo por demolición!
Hazaña. Es gigante lo que hizo el Diablo el miércoles en el Maracaná. Cada
minuto que pasa debe valorarse más este logro. De la forma que se
consiguió. Superó futbolística y anímicamente a un club de presupuesto
multimillonario, con cuarenta millones de hinchas. Después de un primer tiempo
parejo, en donde las mejores chances habían sido para Flamengo, en el complemento
Independiente lo controló y hasta inclusive mereció ganar el partido. Pero
el empate nos dio la Corona Sudamericana.
Gracias cuerpo técnico y dirigentes. Gracias a los jugadores que son
los que entran en la cancha. Gracias a nosotros, los hinchas, por apoyar en
cada momento a este equipo. Porque a principios de año, cuando el
rendimiento era aceptable pero la pelota no entraba y por momentos aparecían
las imágenes del pasado donde fallábamos en los partidos clave. Porque nos
bancamos la destrucción económica del club, el descenso futbolístico. De los
que provocaron eso tampoco nos tenemos que olvidar. No debe haber perdón para
Comparada y Cantero y debe expulsárselos como socios, es una deuda de esta
gestión, investigar las pasadas.
Pero Independiente se reconstruyó. De a poco se fueron sentando
las bases. Tras la vuelta a Primera, acostumbrados a los últimos lugares de la
tabla, nunca terminamos por debajo del sexto puesto. Pero faltaba un título. Volver a
la esencia, a la mística Roja. El símbolo de la revolución deportiva fue
Tagliafico. Hace tres años que está y cuesta encontrar un partido en
donde el Gran Capitán no haya rendido. Un jugador hecho a la medida de
Independiente y que ojalá no se vaya nunca aunque sabemos que es utópico.
En el Independiente 2017, las figuras fueron todos. Porque además
del mencionado Nicolás, Barco, con 18 años, se repuso de un penal que nos dejó
afuera de la Libertadores con un penal que nos dio un título y nos metió a la
Libertadores. Además de gambetear e ir siempre al frente en todo el torneo.
Retengámoslo aunque sea seis meses más. Meza, quién ya es uno de los mejores
del fútbol argentino, porque maneja el equipo como nadie. Con gambetas largas,
cortas, pases filtrados y golazos. Las manos de Campaña, con su seguridad y solvencia. Sin un arquero copero como él la Copa no podría hoy estar en las vitrinas de Mitre 470. Gigliotti apareció en los momentos
importantes. Goles y aguante en las semifinales y finales cuando era
cuestionado por muchos (me incluyo).
Benítez, sí, por Martín también llegamos a ser campeones
también. Cómo olvidar el gol a Atlético Tucumán, el más gritado de la Copa por cómo
se dio todo en ese partido increíble. Torito recuperó su nivel y fue clave en
el medio, quitando y metiendo. Domingo fue la rueda de auxilio en varios
partidos, con anticipos y huevos. Bustos, el próximo “Zanetti”, el mejor
lateral derecho argentino, fundamental en ataque, apareciendo como volante e
inclusive como delantero. Franco, solidez, pierna fuerte y templada para
repeler a cualquier rival. Silva jerarquizó la defensa. Amorebieta mostró
carácter, gran juego aéreo, presencia y voz de mando en los cotejos decisivos.
Albertengo se transformó en un volante por izquierda que raspa y quita.
Increíble metamorfosis del Flaco. El resto del plantel que entró y rindió
cuando fue necesario.
Gracias Holan. Al principio, personalmente me pareció un tipo
extraño. No conocía su trabajo en Defensa, me guié por sus resultados y no
habían sido buenos. Pero nos devolvió la mística. Generó una identidad, un
feeling entre público-equipo como no se veía desde 2002.
Independiente ganó como manda su historia. Venciendo acá y allá,
conquistando cada rincón de Sudamérica, triunfando en todas las series como en
las historias que nos cuentan nuestros viejos, algunas goleando, y no por
anotaciones de visitante ni por penales, ni tampoco con suerte como hacen los
falsos Reyes. Respetó el buen juego, el paladar negro, la pierna fuerte y
templada. Fue un campeón de lujo, en el Maracaná, un templo del fútbol. Lo
lamento para los demás, pero el Rey de Copas está de vuelta. Volvimos. ¡Rojo
por demolición!
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