Sangre Roja

Sangre Roja
Alberto Eirin, Fabio Candelabro, Daniel Martinez y Litto Giovetti

viernes, 15 de diciembre de 2017

Corona Sudamericana, por Federico Giovetti




No lo busquen, no existe otro club ni equipo en el mundo que lo haya hecho. Maracanazo II. Sólo Independiente. Sólo el Rey de Copas. Volvimos. ¡Rojo por demolición!

Hazaña. Es gigante lo que hizo el Diablo el miércoles en el Maracaná. Cada minuto que pasa debe valorarse más este logro. De la forma que se consiguió. Superó futbolística y anímicamente a un club de presupuesto multimillonario, con cuarenta millones de hinchas. Después de un primer tiempo parejo, en donde las mejores chances habían sido para Flamengo, en el complemento Independiente lo controló y hasta inclusive mereció ganar el partido. Pero el empate nos dio la Corona Sudamericana.

Gracias cuerpo técnico y dirigentes. Gracias a los jugadores que son los que entran en la cancha. Gracias a nosotros, los hinchas, por apoyar en cada momento a este equipo. Porque a principios de año, cuando el rendimiento era aceptable pero la pelota no entraba y por momentos aparecían las imágenes del pasado donde fallábamos en los partidos clave. Porque nos bancamos la destrucción económica del club, el descenso futbolístico. De los que provocaron eso tampoco nos tenemos que olvidar. No debe haber perdón para Comparada y Cantero y debe expulsárselos como socios, es una deuda de esta gestión, investigar las pasadas.

Pero Independiente se reconstruyó. De a poco se fueron sentando las bases. Tras la vuelta a Primera, acostumbrados a los últimos lugares de la tabla, nunca terminamos por debajo del sexto puesto. Pero faltaba un título. Volver a la esencia, a la mística Roja. El símbolo de la revolución deportiva fue Tagliafico. Hace tres años que está y cuesta encontrar un partido en donde el Gran Capitán no haya rendido. Un jugador hecho a la medida de Independiente y que ojalá no se vaya nunca aunque sabemos que es utópico.

En el Independiente 2017, las figuras fueron todos. Porque además del mencionado Nicolás, Barco, con 18 años, se repuso de un penal que nos dejó afuera de la Libertadores con un penal que nos dio un título y nos metió a la Libertadores. Además de gambetear e ir siempre al frente en todo el torneo. Retengámoslo aunque sea seis meses más. Meza, quién ya es uno de los mejores del fútbol argentino, porque maneja el equipo como nadie. Con gambetas largas, cortas, pases filtrados y golazos. Las manos de Campaña, con su seguridad y solvencia. Sin un arquero copero como él la Copa no podría hoy estar en las vitrinas de Mitre 470. Gigliotti apareció en los momentos importantes. Goles y aguante en las semifinales y finales cuando era cuestionado por muchos (me incluyo). 

Benítez, sí, por Martín también llegamos a ser campeones también. Cómo olvidar el gol a Atlético Tucumán, el más gritado de la Copa por cómo se dio todo en ese partido increíble. Torito recuperó su nivel y fue clave en el medio, quitando y metiendo. Domingo fue la rueda de auxilio en varios partidos, con anticipos y huevos. Bustos, el próximo “Zanetti”, el mejor lateral derecho argentino, fundamental en ataque, apareciendo como volante e inclusive como delantero. Franco, solidez, pierna fuerte y templada para repeler a cualquier rival. Silva jerarquizó la defensa. Amorebieta mostró carácter, gran juego aéreo, presencia y voz de mando en los cotejos decisivos. Albertengo se transformó en un volante por izquierda que raspa y quita. Increíble metamorfosis del Flaco. El resto del plantel que entró y rindió cuando fue necesario.

Gracias Holan. Al principio, personalmente me pareció un tipo extraño. No conocía su trabajo en Defensa, me guié por sus resultados y no habían sido buenos. Pero nos devolvió la mística. Generó una identidad, un feeling entre público-equipo como no se veía desde 2002.


Independiente ganó como manda su historia. Venciendo acá y allá, conquistando cada rincón de Sudamérica, triunfando en todas las series como en las historias que nos cuentan nuestros viejos, algunas goleando, y no por anotaciones de visitante ni por penales, ni tampoco con suerte como hacen los falsos Reyes. Respetó el buen juego, el paladar negro, la pierna fuerte y templada. Fue un campeón de lujo, en el Maracaná, un templo del fútbol. Lo lamento para los demás, pero el Rey de Copas está de vuelta. Volvimos. ¡Rojo por demolición!

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