Sólo
al director técnico nuestro se le ocurre que Gigliotti sea el encargado
de los penales, tras los antecedentes, la carga, el estigma que tiene
desde la Sudamericana 2014. El delantero no pudo arrojar la mochila pesada que tiene ya que volvió a errar y tuvo un partido para el olvido. Sin peso en el área, no aguantó la pelota en los momentos necesarios, tampoco ganó de cabeza. No
pateó más al arco luego de la incidencia y fue reemplazado en el
complemento. Los delanteros que ingresaron (Albertengo y Benítez), si
bien tampoco convirtieron, crearon peligro, generaron las más claras.
Ante un rival que en el segundo tiempo prácticamente no pasó la mitad de la cancha, el Diablo controló el balón. No
pasó mayores sofocones, fue firme en defensa (Franco y Figal
respondieron bien) y manejó el mediocampo con Nery Domínguez pero faltó
el último toque en la delantera. No es un detalle menor. Vimos poco de
Blanco, aunque Rigoni y Barco lastimaron por las bandas (al último le
cometieron el penal). Erviti mermó su rendimiento con el correr de los
minutos, como si la edad pasase factura.
Independiente
tuvo un gran déficit en los tres partidos del año que jugó: la
definición. Generó situaciones pero no logró convertir. Como decimos en
la jerga futbolera, no le hace un gol ni al arcoíris. La
revancha será el 31 de mayo, aún falta, pero sin goles, no habrá
triunfos ni alegrías por el campeonato y la clasificación en la copa
quedará lejos. En la tierra de un goleador Rojo como Percy Rojas,
esperemos que aparezcan…
Foto: Olé
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