Al término del partido, en el Libertadores de América, las opiniones
del público sobre el rendimiento del equipo eran diversas. Lo cierto es
que durante el primer tiempo el Rojo tuvo varias situaciones de gol e incluso
debió haber ido al descanso con otro tanto a su favor. Si no lo hizo fue por fallas
en la terminación de las jugadas. Sobre el inicio del complemento continuó
dilapidando ocasiones. Unos minutos más tarde, sintió el cimbronazo del tanto
visitante y no se recuperó. Gigliotti por ahora no demostró ser más que
Denis y Vera; y Albertengo no es el mismo de antes de la lesión: la chance que
tiró por las nubes previo a su rotura de ligamentos no la fallaba. Allí
está una de las justificaciones a la no obtención del triunfo.
Pero quedarnos en las fallas ofensivas parece simplista. Porque
hubo una floja respuesta de la defensa en la jugada del gol de Vélez,
sobre todo en el rebote que tomó Martínez, en el cual Sánchez Miño no pudo
despejar. Hay que tener en cuenta que Miño estaba cubriendo una posición que no
era la suya, sino de los centrales. Holan equivocó en los cambios. Hizo ingresar
a Blanco, lo ubicó como enganche, por Meza (quién estaba jugando por izquierda)
para luego poner a Barco por el mismo sector del ex Gimnasia. Perdió
peso ofensivo ya que Barco desequilibra más por el centro de la cancha. Nery
Domínguez y Erviti comenzaron el partido dominando el mediocampo pero sus
rendimientos cayeron conjunto al del equipo.
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