Sangre Roja

Sangre Roja
Alberto Eirin, Fabio Candelabro, Daniel Martinez y Litto Giovetti

martes, 8 de noviembre de 2016

Se acaba la plata, ¿se viene el fútbol? por Ricardo Roa

No es que vayan a tener que jugar con pantalones largos. Pero era hora de que el fútbol se los pusiera o de que empezara a ponérselos.


Empujan dos para limpiar la cancha embarrada de Grondona que el kirchnerismo aprovechó para propaganda: total bancaba el Estado. Y si había o no había buen espectáculo no importaba o importaba menos.
Empuja la FIFA que después de los escándalos propios ahora va por la transparencia en las asociaciones adheridas. Y empujan acá el Gobierno y clubes que quieren terminar con el populismo futbolero de Grondona y acercar los torneos locales al nivel de las ligas profesionales de Europa.
En este combo están la Superliga, la reducción paulatina a 20 equipos cada uno en Primera y la B Nacional, un nuevo gobierno de la AFA más chico y más transparente y el fin de la tevé gratuita. Todo muy claro en los papeles. Salvo un par de detalles que son mucho más que detalles.
Entre otras cosas, significan una redistribución del poder en el fútbol y una redistribución de la plata que el fútbol genera. En el nuevo mapa habrá perdedores y ganadores y un mar de conflictos y tensiones en el medio.
Una parte quedó atrás al firmar los clubes el estatuto de la Superliga que se presentó ayer ante la Inspección General de Justicia. El Gobierno abandonó la pretensión de autorizar las sociedades anónimas que un grupo de clubes resistía con River a la cabeza. O la abandonó a medias: hay un artículo que sin autorizarlas no las prohíbe.
Pero la relación de Macri con D’Onofrio quedó herida. Es raro lo que hizo Macri y es raro lo que hizo D’Onofrio. Macri mandó a la AFIP a mostrar las deudas de River y hasta a clausurar una pileta del club. Diego Santilli salió como un bombero a apagar el incendio.
River casi siempre se inclinó a la pasividad y al sometimiento ante Grondona. Pero hizo una cuestión de principios ante la reforma de Macri. Una moral compleja: el club sufrió como pocos la pésima gestión de sus dirigentes. D’Onofrio mismo denunció a Passarella.
Es aceptado que la alemana es la liga mejor organizada del mundo y la inglesa la más exitosa: en el último año repartió más de US$ 2.000 millones entre los clubes. La mayoría de ellos propiedad de grupos privados extranjeros. Así son algunas de las cosas en el mundo del fútbol.
River, Boca y Estudiantes son las autoridades provisorias de la Superliga que ya busca oficinas en el Rulero de Retiro y que tendría una conducción de 18: 12 de Primera y 6 de la B. El presidente será un profesional.
Falta resolver la participación de los clubes de la B Nacional que es igual a resolver cuánta plata les quedará. El esquema hoy es 78% para los de Primera, 12% para la B y 10% para la AFA y gastos administrativos.
Los clubes del Ascenso resisten tanto este reparto como los cambios que llegan a la AFA de la mano de la FIFA. Grondona licuó el poder de los grandes para dárselo a los chicos y eternizarse en el poder. Así eran algunas de las cosas en nuestro mundo del fútbol.
Delegados de la FIFA y de la Conmebol definen cómo terminar con ese sistema de gobierno de Grondona. Quieren achicar de 45 a 15 el Comité Ejecutivo, que haya una mujer y que los antecedentes de todos sean escaneados. A la AFA le queda cómo terminar con otra parte oscura de la misma herencia: el Fútbol para Todos. Y rápido: el Gobierno avisó que desde 2017 no pondrá más plata.

Editorial del diario Clarín del 8 de noviembre

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