La semana pasada, cuando el termómetro marcaba 35 grados a la sombra, Pablo "Bebote" Alvarez decidió que era tiempo de prender el ventilador. Suponía que podía refrescar así su agobiante situación judicial, que lo tiene preso por dos causas vinculadas a Independiente: la extorsión al técnico Ariel Holan y la asociación ilícita en la que está involucrado junto a la cúpula de la barra y al dirigente Noray Nakis. Pero no le funcionó: mañana a primera hora los fiscales Viviana Giorgi y José Luis Juárez pedirán al juez Gabriel Vitale que le confirme la prisión preventiva en este último proceso, agravando aún más su endeble realidad. ¿Por qué si brindo algunos datos sobre su relación con el club no obtendrá beneficio alguno? Simple: porque "Bebote" sólo puso el ventilador de cinco velocidades en uno, dando grageas de lo que sabe como para avisarle al mundo del "Rojo" que el control remoto está en sus manos y de su suerte depende la de varios pesos pesados. Pero al quedarse en amagues, porque si contara todo admitiría sus propios delitos, la Justicia lo seguirá teniendo en el penal de Melchor Romero, en La Plata, desde donde no se vislumbra por ahora la puerta de salida.
¿Qué fue lo que dijo "Bebote", quién no se acogió a la figura del arrepentido en su ampliación indagatoria? Que los carnets de la barra, que suman 2.000, no los pagan los violentos
sino que el club los hace pasar como abonados en la contabilidad, sin
que haya dinero de por medio. Y que lo mismo ocurre con los bonos para
ingresar al estadio Libertadores de América. Y que las entradas de protocolo para la reventa se las entregan en el segundo piso del edificio La Franco Argentina, ubicado en Hipólito Yrigoyen 460 de Capital Federal, sede de la empresa Integradores SA,
que maneja el software que la institución tiene para llevar un control
de los asociados y el pago regular de las cuotas sociales. Y desligó a
Noray Nakis de la operatoria, asegurando que el presunto nexo de la
dirigencia era Héctor "Yoyo" Maldonado, secretario general de Independiente y del gremio de Camioneros. Es decir, la mano derecha de Hugo Moyano. Y todo esto fue ratificado por otro barra, Damián Langaronne, quien también está preso.
Debido a esto, la fiscal pidió primero que se le enviara cuántas
entradas había vendido el Rojo para la semifinal y final de la Copa
Sudamericana frente a Libertad de Paraguay y Flamengo de Brasil,
respectivamente. El número no dejaba mentir y causaba asombro: 29.000 tickets por encuentro. Cualquier imagen del Libertadores de América en esos partidos reflejaba no menos de 40.000 personas. Que se pudieran colar 11.000 era improbable. La hipótesis entonces de una reventa masiva
de entradas de la barra en presunta connivencia con autoridades de la
institución y de la empresa Integradores cobró cuerpo. Por eso, le
pidieron al juez Vitale el allanamiento de ambos, lo que se concretó en
el día de hoy. De sólo pensar que la reventa para esos días arrancaba
en 1.000 pesos, la ganancia es de una dimensión millonaria astronómica.
¿Cómo sigue ahora la historia? Los peritos judiciales analizarán los
libros contables y la información que contenían los software allanados
para intentar confirmar sus sospechas. Si esto ocurre, deberán declarar
los directivos de la empresa Integradores, para saber si tenían orden
del club o era por motus propio que les daban las cosas a la barra.
Cualquiera pensaría que la segunda opción no parece viable, con lo que
la situación de algunos miembros de la Comisión Directiva podría
complicarse aún más. Por ahora está preso el vicepresidente Noray Nakis y
procesado el secretario Maldonado. Pero hay quien piensa que nada de
esto se podía hacer sin una venia aún mayor. Y por los despachos de
Tribunales comienza a circular un apellido conocido: Moyano. Habrá que
ver hasta dónde pueden involucrarlo en una trama que desnuda como pocas
la red de complicidades de la violencia y los negocios espurios en el
fútbol.
Infobae
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